Impactos de las Tecnologías de la Información en la oferta académica universitariaLos cambios tecnológicos impulsados por la Cuarta Revolución Industrial están desafiando no solo el modelo tradicional de enseñanza superior, sino también sus planes de estudio y programas académicos. ¿Cómo pueden afrontar esta realidad las Universidades?

Los avances tecnológicos siempre han sido impulsores de enormes cambios sociales y económicas. De hecho, las actuales transformaciones son de tal envergadura que muchos expertos se refieren a ella como la Cuarta Revolución Industrial, que se caracteriza por derribar los límites físicos, digitales y biológicos de la sociedad. Los cambios tecnológicos que en ella se originan sorprenden tanto por las áreas impactadas, como por la velocidad de adaptación, eliminando y originando nuevas industrias, como también creando nuevos perfiles profesionales.

Es tal la velocidad del cambio, que se están generando brechas entre lo que requiere el mercado laboral y lo ofertado por las universidades. Según un estudio realizado por el Centro Mckinsey, aunque el 72% de las universidades piensa que sus egresados están adecuadamente preparados para el mundo laboral, solo el 42% de los empleadores está de acuerdo con esta afirmación, lo que habla de una gran disparidad en la percepción de habilidades de los trabajadores jóvenes.

En la actualidad, estas brechas se han convertido en insumo para emprendedores e innovadores quienes, teniendo en cuenta el problema que ha surgido en las universidades tradicionales, han generado nuevos modelos educativos con una oferta acorde al mundo actual, utilizando las actuales TI disruptivas como habilitadores estratégicos. En esta línea, podemos identificar a lo menos 3 modelos:

– Marketplace educativo universitario: Un ejemplo es Coursera, que dispone de una plataforma donde las universidades y centros educativos alrededor del mundo imparten desde cursos gratuitos hasta programas académicos completos de pregrado y posgrado

– Plataforma educativa cerrada: Un ejemplo es Udacity, que a través de su plataforma propia, oferta cursos tecnológicos creados por grandes empresas tecnológicas como Google, Amazon, Facebook, IBM, entre otras.

– Plataforma educativa colaborativa: Un ejemplo es Udemy que, sin tener profesores contratados, cuenta con más de 30 millones de alumnos, a través de una plataforma que permite a cualquier persona proponer sus cursos y donde la evaluación realizada por sus estudiantes es uno de los principales activos digitales. Modelos similares, en industria diferentes, serían Uber y AirBnB.

Las plataformas anteriores, que a la fecha acumulan decenas de millones de estudiantes suscritos a sus cursos, son solo tres ejemplos dentro de un enorme portafolio de posibilidades disponibles en la web, que crece día a día.

Estas plataformas no solo han utilizado las Tecnologías de Información y Comunicación (TI) para crear una ventaja competitiva, sino que -quizás más relevante- han democratizado y facilitado el acceso al conocimiento especializado, que antes de la hiperconexión y globalización impulsada por internet, se encontraba monopolizado por las instituciones universitarias.

EL CAMBIO EN EL MODELO CURRICULAR DE LAS UNIVERSIDADES

Por lo anterior, es necesario reflexionar respecto al rol que las universidades debieran poseer en un sistema educativo global, competitivo y digital, para generar estrategias acordes que permitan redefinir el modelo educativo tradicional imperante en muchas Casas de Estudios.

En esta línea, la mayoría de las instituciones se han centrado en responder cuál debiera ser la oferta académica a impartir, dejando en segundo plano el cómo debe ser impartida dicha oferta.

Respecto al cómo, debieran considerarse a, los menos, dos dimensiones:

Por muchos años, ninguna de estas dimensiones ha tenido mayores cuestionamientos, siendo principalmente gobernado por el paradigma tradicional y muchas veces obsoleto. Afortunadamente, la democratización de las posibilidades de estudio ha generado un sentido de urgencia lo suficientemente grande en diversas Casas de Estudios, que les han permitido comprender, reflexionar y liderar un cambio en sus modelos educativos en las dimensiones expuestas y que se ha vuelto clave en el proceso formativo de sus estudiantes de cara a la Cuarta Revolución Industrial.

De igual forma, también es importante que los planes de estudios sean acordes a las necesidades de un mercado laboral tremendamente dinámico y de la sociedad. En este sentido, es necesario modificar o al menos repensar, el paradigma centrado en “el título para toda la vida”, por el paradigma centrado en “educación continua”.

Aquellos planes de estudio “centrados en el título”, suelen tener tiempos de duración de 5 o 6 años, con cursos cuyo syllabus, contenido y recursos de apoyo no han sido actualizados en más de un año y poseen baja flexibilidad para modificar sus asignaturas en función de las necesidades del entorno y del estudiante.

Este punto se hace especialmente relevante si se toma en consideración el alarmante descenso de aprobación que han tenido las instituciones de educación superior en todo el continente, el cual indica una baja del 10% de la confianza pública en tan solo 3 años, según estadísticas otorgadas por Gallup el año 2018. ¿La razón? Un bajo retorno sobre la significativa inversión del título universitario, creciente en el tiempo, que ha puesto en duda el valor de la enseñanza superior tradicional. Por su parte, el SIES revela que la tasa de empleabilidad promedio de las Universidades Chilenas ha caído en un 10% en los últimos 4 años y el de nuestra PUCV en un 6%.

En consideración de estos factores, se hace mandatorio considerar que el cambio tecnológico es abismal e inminente, por lo que, al seguir operando en este paradigma, los egresados se verán enfrentados a la obsolescencia del conocimiento aprendido durante su larga etapa universitaria, dando paso a un desempleo masivo de profesionales que no tendrán cabida en este mercado laboral hipercompetitivo y dinámico.

Por su parte, pareciera que los modelos curriculares centrados en la “educación continua”, los cuales desarrollan y fomentan competencias valiosas para el futuro, contienen la clave de la permanencia en el lema que permea toda su estructura curricular: el “aprender a aprender”. Considerando el flujo acelerado y constante de cambios al que se verá sometida la sociedad con la incorporación de nuevas tecnologías, los profesionales deberán volver continuamente a centros de aprendizaje para actualizar sus competencias y habilidades, incluso para desarrollar nuevas, por lo cual la capacidad de aprender constantemente será cada vez más valorada.

LA OFERTA ACADÉMICA UNIVERSITARIA

Entonces, ¿cuál debiera ser la oferta académica de las universidades? No existe una respuesta única, pero sí existen indicios.

Por un lado, tenemos el avance avasallador de las nuevas tecnologías que, por sí mismas, están definiendo nuevos perfiles profesionales con competencias en IoT, Blockchain, robótica y, quizás la más importante, Inteligencia Artificial. En esta línea, se pudieran aplicar diversas estrategias las cuales pudiéramos, preliminarmente, clasificar en tres niveles, según su impacto:

Nivel 1. Alfabetización Digital

Esta estrategia, conservadora, pero de gran valor, define e incorpora cursos TI en los planes formativos actuales que abordan las diversas tecnologías disruptivas. Estas asignaturas deberían tener carácter obligatorio con el objetivo de instaurar un lenguaje común en los futuros profesionales con competencias básicas. Por ejemplo, muchas universidades están impartiendo programación como asignatura obligatoria inclusive en carreras humanistas.

Nivel 2. Cursos especializados

Esta estrategia busca la definición e incorporación de asignaturas digitales en los planes curriculares actuales, donde los estudiantes aborden y practiquen con las tecnologías en escenarios simulados análogos a su futuro contexto laboral. Esta etapa solo será posible implementar cuando se haya instaurado el nivel antecesor de alfabetización digital.

Nivel 3. Programas académicos disruptivos

Esta estrategia, complementaria a las dos anteriores, busca la incorporación de nuevas carreras al portafolio de la institución, acorde a las demandas de la industria y las proyecciones de grandes empresas de investigación. Carreras como Ingeniería en Ciencia de Datos, Ingeniería en Blockchain, Ingeniería en Inteligencia Artificial e Ingeniería en Ciberseguridad son solo algunos ejemplos de las posibilidades disponibles.

Actualmente, existen diversas instituciones de educación superior en el mundo que ya se encuentran trabajando en algunos de esos niveles. Uno de los casos más emblemáticos, es el ambicioso proyecto del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) que creará un College con foco en la Ciencia de la Computación e Inteligencia Artificial (IA), la cual tendrá una inversión de al menos de US$ 1.000 millones y buscará ser “la respuesta estratégica al fenómeno global de la ubicuidad de la informática y el auge de la inteligencia artificial“, según afirma Leo Rafael Reif, presidente del MIT.

Este College impartirá grados de bachiller para que todos sus alumnos desarrollen una base técnica digital, de manera que sean capaces de aplicar las nuevas tecnologías en la disciplina que deseen especializarse. Para tal cometido, el College trabajará colaborativamente con cada una de las facultades del MIT (humanidades, ingeniería, ciencias, arquitectura y administración), tanto para estimular la investigación multidisciplinar de la IA en los diversos campos de conocimiento, como también para la formación de los nuevos profesionales bilingües, denominación correspondiente a las personas que sean capaces de desenvolverse en áreas de computación e inteligencia artificial, independiente de su carrera o especialización.

En esta línea, esta DSIC busca animar la constitución del Núcleo de Investigación y Desarrollo Humano de la Inteligencia ArtificialNIDHIA, que convoque a los especialistas en esta materia, presentes en las distintas Unidades Académicas de nuestra Universidad y también otros reclutados al efecto, que mediante un trabajo colaborativo y multidisciplinario, desarrollen proyectos de investigación conducentes a la creación de conocimiento aplicado, de real valor para el ser humano, nuestro país y nuestro planeta.

LIDERAR EL CAMBIO

Si bien no existe consenso en la cantidad de puesto de trabajos que serán afectados por esta revolución industrial y su periodo de automatización, se estima [1] que entre 30% al 50% de la actual fuerza laboral será desplazada por las nuevas tecnologías. Si bien aquellas labores o funciones asociadas a actividades físicas rutinarias serán las más proclives a la automatización, el avance de la tecnología ha afectado áreas de actividades de mayor complejidad que realizaban personas con formación técnica [2]. Este cambio se realizará en las próximas dos décadas, y traerá consigo un escenario de gran inseguridad laboral, en especial de los perfiles profesionales que se crearán en el proceso, aun cuando existen algunos ya definidos.

En este escenario condicionado por la incertidumbre debido a las aceleradas transformaciones tecnológicas, se requerirá que las instituciones modifiquen sus estructuras y procesos tradicionales, de forma que se adapten a los flujos flexibles y ágiles del futuro. Lo anterior debe verse reflejado en las mallas curriculares de sus carreras, de manera que afecte su duración y, principalmente, su contenido. En este sentido, las mallas, se prevé, deberán ser capaces de entremezclar las ciencias de la computación y otros avances tecnológicos con las distintas áreas de conocimientos, como matemáticas, economía, biología e incluso derecho o lingüística.

Este cambio de paradigma derribará paulatinamente la segmentación formativa de científico y humanista, por lo que no sería demasiado ingenuo pensar que en un futuro existan carreras como Ingeniería en Periodismo, que requiera de un periodista con conocimientos técnicos que asesore en la creación de modelo de inteligencia artificial para la redacción automática de noticias o que pueda redactar artículos de tendencias apoyado en técnicas de análisis de datos.

Puede ser que los ejemplos anteriores nunca se materialicen o que las proyecciones en cuanto a la cantidad de personas que serán sustituidas por las nuevas tecnologías sean muy optimistas o muy catastróficas, pero sin dudas el cambio tecnológico está ocurriendo, creando diversas oportunidades de innovación y requiriendo nuevos perfiles profesionales, por lo que las universidades y nuestra PUCV están llamadas a reflexionar de inmediato los cambios de escenario que trae la Cuarta Revolución Industrial y a actuar en consecuencia, o correr el riesgo de dejar de ser actores relevantes en la sociedad.

[1] McKinsey Quarterly – Where machines could replace humans—and where they can’t (yet) / PWC – Quartely

[2] Impacto de las tecnologías de la información en el mercado del trabajo, DSIC 2019

Las opiniones vertidas en esta columna no representan necesariamente la visión de la Institución

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